Italia en desgobierno. La Unión Europea tocada
“Italia en desgobierno. La Unión Europea tocada” es un artículo del socio de UEF Madrid, Ángel Satué de Córdoba:
“Cuando Dios quiere joder a alguien lo hace nacer en Sicilia. Cuando lo quiere joder dos veces, lo hace nacer en Palermo”. Es lo que dice Robero Merra, miembro de una familia de latifundistas y jueces, comunista de juventud, socialista radical de Craxi más tarde y en 2007 miembro de Forza Italia, y una de las historias que cuenta el libro “Cómplices. De Corleone al Parlamento”, una historia real de mafia, poder y política italiana.
Esto mismo parece pensar la mayoría de los votantes de la Liga Norte (Salvini), desde luego, y cambiando Sicilia y Palermo por Bruselas, lo pensarán muchos votantes del Movimento 5 Estrellas (Di Maio), más pesimistas y eurófobos. También piensan que cuando los quiere fastidiar tres veces, simplemente es el presidente de Italia, Sergio Matarella, precisamente nacido en Palermo, el que les niega la composición de gobierno a los partidos más votados de Italia.
Esto es lo que ha pasado este domingo. El presidente italiano Sergio Mattarella ha declarado solemnemente que no podría encargar gobierno a la coalición populista-nacionalista de extrema derecha identitaria, liderada por un profesor desconocido- Giuseppe Conte-, del sur del país, el primero en 30 años. El motivo, que la coalición propuso como ministro de economía a un “euroescéptico”, un economista de 80 años contrario a la moneda única europea.
Las bases de ambos partidos durante la noche del domingo, y comienzos de semana, han protagonizado en redes sociales un ir y venir de peticiones de dimisión hacia el presidente Mattarella, de acusaciones de golpe de estado, de extralimitación de funciones, de golpe de estado de Alemania, de amenazas recordando el asesinato del hermano del presidente a manos de la Cosa Nostra, de estar al servicio de Bruselas y de Berlín, de no ser una verdadera democracia, etc,. Mensajes apoyados por Le Pen y por el asesor de Trump y de Vox, Steve Bannon.
Sin embargo, no es la primera vez que un presidente ejercita su poder de veto, aunque sí ha sido la primera vez que la coalición postulante ha declinado volver a presentar un candidato. Ante esta tesitura, Mattarella, alegando que un nombramiento como el de Paolo Savona –define el euro como “la jaula alemana”- pondría en juego la estabilidad de la economía italiana y de Europa, reconoció que el nombramiento de esta cartera ministerial es trascendente, pues o trae la calma o incendia los mercados.
En estos momentos Italia, que compite en atracción de inversión extranjera con España, tiene una deuda del 130% del PIB que debe financiar, y no se puede permitir (ni el estado ni las familias) que los tipos suban por subir la prima de riesgo del país ante la incertidumbre de salir del euro.
La salida del euro supondría el fin de la moneda única, con lo que es de suponer que la propuesta por parte del Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte era de todo menos inocente.
La Liga Norte hace un año firmó un acuerdo de colaboración con el partido de Rusia Unida, recientemente vencedor de las pesudoelecciones rusas. El partido de Putin. En el punto 7 del mismo los partidos apuestas por promover la cooperación en los sectores de la economía, del comercio y de las inversiones entre ambos países. La salida del euro no me parece mejor escenario que refleje estos pactos. Este pacto lo pueden leer en la web www.senatoripd.it (del partido democrático, el de Renzi).
El candidato propuesto por ambos partidos no tenía empuje, al ser el candidato del consenso por descarte, pero no parece que el objetivo último de estos gamberros políticos fuera alcanzar un acuerdo de gobierno, sino más bien, anticipar un otoño caliente, hasta las elecciones europeas, objetivo de Putin a gran escala europea, y de la Liga, más fuerte que el Movimiento 5 Estrellas. Hasta mayo de 2019 todo es toro. Berlusconi, una de las causas de estos populismos, y aliado de la Liga Norte, es sin duda un estadista ante estos aprendices nacionalistas y populistas, y nuevamente, este es el problema de Italia.
Italia dista mucho de ser un país cohesionado. Hay dos países. En los últimos 30 años, mientras España ha sacado a 10 de sus 11 regiones más deprimidas de la zona baja de la tabla, Italia solo ha conseguido lo propio con una o dos. En el último año, mientras la riqueza privada del país trasalpino ha descendido un 19%, se daban unos incrementos en India del 160% o China del 198% o EE.UU. del 20%.
La diferencia lo da el haber tenido gobiernos estables y mayorías sólidas. Cuando estas mayorías han pivotado hacia los clientelismos, y se han necesitado alianzas contra natura, el sistema en su conjunto se ha resentido, porque se ha jugado con las convicciones de las personas. Éstas acaban por pensar que da lo mismo una cosa y su contraria, y acaban por perder la confianza en el sistema y la fe en las instituciones.
Reconozcamos que Italia es populista y que Berlusconi, lo fue también, y que Italia se ha convertido en euroescéptica con la ayuda del “Cavaliere” desde la década de los 90 y sus cadenas de TV de masas, asociadas a su política de masas, es decir, una política de la nada, del postureo y del entretenimiento. La democracia catódica.
Así es cuando el 61% de los italianos piensa que su voz no se escucha en Bruselas frente al 30% que piensa que sí. O cuando Italia es el único país de los 28 (Inglaterra incluida) en que el número de ciudadanos que piensan que su país se ha beneficiado de la UE (44%) es prácticamente igual al que opinan lo opuesto (41%). Por otro lado, Italia es el segundo país europeo en que una amplia mayoría (72%) opina que los nuevos partidos y movimientos pueden suponer un cambio real (a mejor, se entiende) en sus países. El 49% piensa que la UE va por mal camino frente al 24% que opina lo contrario. Estos datos tomados del Eurobarómetro sitúan los 45 años de edad como la frontera entre la Italia proeuropea y la antieuropea.
De todo esto conviene sacar lecciones. La primera es que no se puede dar nada por hecho en política: Italia fue uno de los países fundadores de la UE y es ahora el más euroescéptico. Parece que tiene mucho que ver con la marcha de la economía. Pero para que la marcha de la economía y, por lo tanto, el bienestar material sea la medida de todas las cosas, entonces, antes, las personas hemos tenido que cambiar nuestro orden de prioridades en esta vida. Lo material en el primer plano. Es legítimo, pero no puede ser a costa de perder el bagaje moral, ético y espiritual de toda una tradición cultural. Se trata de conocer nuestra verdadera identidad, la enraizada en la cultura democrática europea. Esa es la política identitaria que nos debe interesar, y no la de la tribu. Volvemos a Bauman una y otra vez.
La segunda lección, en definitiva, que los italianos deberían saber que Dios no quiere fastidiar a nadie. Se fastidian solos cuando pierden su identidad. Es entonces cuando, paradójicamente, se estropean la vida, votando a partidos que les dan una identidad de quita y de pon, ficticia, simple, una simple mascarada de la verdadera identidad.
La tercera, que son políticos, no líderes, o ni siquiera políticos. El profesor de Harvard Dani Rodrik habla de “políticos de la ira”. No ejercen un liderazgo creativo, son meros traficantes de identidades falsas que arremeten contra los inmigrantes, los pobres, los feos y los gordos. Son los traficantes de la “democracia pop” cuando esta trata de destruirse a sí misma, como diría Chesterton. Pero entonces, “cada vez que la democracia que se destruye a sí misma toma repentinamente medidas para salvarse a sí misma, siempre intenta agarrar un harapo o tirador de aquella vieja tradición”.
La cuarta conclusión y última es que la identidad italiana es verdad, ni está ya en Sicilia, ni está en Palermo, ni en Roma, ni en Milán. Está en Bruselas. Es la que preserva en una llama las esencias de la democracia. Lástima que sea una llama de cerilla, y no el fuego sagrado de Vesta, la llama eterna del Foro romano. “Mientras la llama permanezca encendida, Roma permanecerá”. El Parlamento europeo debe albergar esta llama de Vesta.
Autor:
Ángel Satué es abogado y periodista. Es miembro de UEF Madrid desde 2016.
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